Andalucía tiene, por fin, su propia normativa reguladora en materia de protección del cielo nocturno. Mediante el Reglamento para la Protección de la Calidad del Cielo Nocturno frente a la contaminación lumínica y el establecimiento de medidas de ahorro y eficiencia energética de Andalucía se regulan los requisitos que deben cumplir las instalaciones de alumbrado exterior y los dispositivos luminotécnicos de alumbrados exteriores, tanto públicos como privados, y, en general, el desarrollo de la Sección 3.ª del Capítulo II del Título IV de la Ley 7/2007, de 9 de julio, de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental Vínculo a legislación.
Con ello se pretenden desarrollar las medidas de protección de la calidad del cielo nocturno frente a la contaminación lumínica y así prevenir, minimizar y corregir los efectos de la dispersión de luz artificial hacia el cielo nocturno, preservar las condiciones naturales de oscuridad en beneficio de los ecosistemas nocturnos en general, promover el uso eficiente del alumbrado, sin perjuicio de la seguridad de los usuarios, reducir la intrusión lumínica en zonas distintas a las que se pretende iluminar, principalmente, en entornos naturales e interior de edificios residenciales y salvaguardar la calidad del cielo nocturno y facilitar la visión del mismo con carácter general y, en especial, en el entorno de los observatorios.
Una respuesta exacta a esta pregunta nos es útil para comparar la calidad del cielo de diferentes sitios y nos permitirá determinar hasta qué límites teóricos podemos sacarle partido a nuestro instrumento alcanzando el límite de su rendimiento.
Por otra parte, necesitamos conocer con la mayor exactitud posible los valores de la calidad del cielo a la hora de saber las posibilidades de observación de objetos débiles como la cola de un cometa, una aurora débil (extraña en nuestras latitudes) o rasgos sutiles en galaxias.
Es muy frecuente encontrarse en los foros y grupos de discusión de Internet preguntas sobre cómo determinar o evaluar la calidad de los cielos. Lamentablemente, la mayor parte de los astrónomos aficionados de hoy nunca han observado en condiciones de cielo realmente oscuro por lo que carecen de un marco de referencia para calibrar las condiciones de su localidad. Muchos describen sus observaciones como hechas en "cielo muy oscuro", pero de las descripciones parece deducirse claramente que el cielo debe de haber sido, sólo, moderadamente oscuro.
La mayor parte de aficionados actuales difícilmente pueden encontrar una ubicación realmente oscura dentro de su radio de residencia habitual. Así, cuando en un entorno rural son capaces de ver a simple vista estrellas de magnitud 6, creen que han encontrado el Nirvana. Y dadas las circunstancias, no es para menos porque pocos lugares hoy en día atesoran cielos en que pueda llegarse sin ninguna ayuda instrumental a esa magnitud tan alta.
Hace menos de treinta años uno podía encontrar con facilidad cielos realmente oscuros sin tener que alejarse demasiado de su ciudad. Hoy en día, tenemos a menudo que desplazarnos 100 kilómetros, más en ocasiones, y aún así la probabilidad de encontrar cielos “sucios” o iluminados en exceso es muy alta.
Los astrónomos aficionados, por lo general, fijan la calidad de sus cielos en función de la magnitud de la estrella más débil que son capaces de observar a simple vista. Este valor, sin embargo, es subjetivo y depende de varios factores. Uno de ellos, es la agudeza visual de cada persona. Para un observador la MALE puede ser de 5.5 mientras que para otro compartiendo idéntico lugar de observación alcanzar la 6.3. Otro factor que hay que tener en cuenta es la fatiga visual. Cuando llevamos mucho rato haciendo recuento de estrellas comprobamos que algunas están casi en el límite de lo visible o en ocasiones, tenemos la impresión de que “aparecen y desaparecen”. Lo normal, en un intento de buscar los valores más altos posibles, es que contemos estrellas donde no las hay circunstancia derivada de la fatiga de nuestros ojos, incluso recurriendo a la visión lateral que, como se sabe, en plena oscuridad reporta más detalles que la propia visión directa. Conviene recordar también que niveles moderados de contaminación lumínica degradan notablemente el contraste de objetos difusos como cometas, nebulosas y galaxias, mucho más que de las estrellas.
Para ayudar a observadores a fijar la oscuridad verdadera de un sitio, Bortle creó una escala de nueve niveles. Está basada en casi 50 años escrutando los cielos. Mediante ella existe al menos un estándar para comparar observaciones; lástima que de momento haya pocos aficionados que sientan interés por estudiar la c.l. de su ciudad.
En este enlace se explica con detalle esta escala:
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