lunes, 4 de junio de 2007

Pero ... ¿existen las estrellas?

La contaminación lumínica nos afecta a todos. De forma especialmente negativa a los que vivimos en las grandes ciudades. En realidad, contemplar el cielo por las noches se está poniendo muy difícil porque no sólo influye de forma determinante la luz que se "escapa" de nuestra vida cotidiana, sino también otros factores aparentemente inofensivos como la claridad reflejada por el propio suelo; la mala calidad del aire que respiramos (verdadero hervidero de agentes contaminantes que hacen peligrar nuestra propia salud); la humedad del momento, etc. Pocos habrán sido los aficionados que no hayan soñado alguna vez con ese cielo ideal absolutamente negro, donde cueste distinguir los objetos que tenemos alrededor; donde no haya un solo atisbo de luz en los trescientos sesenta grados del horizonte; donde la luz del alumbrado público sea tan impensable como remota, donde únicamente llegue a nuestros ojos ávidos de emociones celestes la tenue luz de los cientos, miles de estrellas en muda compañía sobre nosotros. Pensar en esos lugares utópicos, de los que deben de quedar pocos en el planeta, nos llevará a la conclusión de que no nos queda más remedio que adaptarnos a lo que tenemos en nuestra ciudad, que no es otra cosa que un cielo sin relieve, la mayoría de las noches ligeramente anaranjado y en el que casi siempre nos será difícil identificar constelaciones o situar dentro de ellas una solitaria estrella. El propio brillo del cielo actuará como una barrera que reducirá el número de objetos visibles a partir de una determinda magnitud, la MALE (magnitud límite visual) y que en ciudades como Sevilla puede ser inferior a 50 estrellas desde el casco urbano o, hablando de magnitudes, algo más de la magnitud 3.
En el mes de abril de 2007, la MALE obtenida sobre Sevilla ha sido de 3,26.

No hay comentarios: